La industria discográfica

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El desarrollo de la industria musical como la conocemos hoy en día ha evolucionado progresivamente, en su mayoría, a través del siglo XX. Actualmente, existen cinco pilares como principales fuentes de ingresos directos de la industria musical: las composiciones, la marca de un proyecto artístico, la imagen de un artista, los conciertos en vivo y la industria discográfica. Esta última surge a finales del siglo XIX, pero solo se transforma como real industria a mediados del siglo XX. Este proceso de desarrollo con sus constantes cambios y la incorporación de tecnologías a través de los años hace que sea una historia sumamente interesante, apasionante y que ocasionó modificaciones necesarias en legislaciones y en la relación entre los diferentes participes del sector: sellos discográficos, artistas y consumidores.
Por esto, en esta serie de artículos se revisará el proceso histórico que le dio cabida a la música como es consumida hoy en día: desde los cilindros de latón de Edison, la creación y consolidación de las disqueras como mercado económico, hasta la creación de las plataformas de streaming.
Para encontrar el inicio de la industria debemos remontarnos a 1876, cuando Alba Edison, en su búsqueda por aportar al telegrama y la posibilidad de desarrollar nuevas formas de comunicación (como lo fue en su momento el código morse y el teléfono), descubrió que las vibraciones de la voz podían ser grabadas. Lo anterior, por medio de una aguja en un cilindro de latón con una lámina de estaño, donde reproducido al revés, permitía escuchar el sonido almacenado. Así, a pesar de que este no fue el primer instrumento que permitió grabar sonido, si fue el primero que logro que se escuchara.

A lo largo de los años, Edison realizó aportes significativos a la acústica, eléctrica y a la mecánica, estos elementos reunidos en lo que se conoció como el fonógrafo. Este invento causo furor en la población americana, resultando en una patente para Edison en 1878 y la exposición de su invento en la oficina de patentes de Londres por 48 años[1]. Sin embargo, la real difusión de la música para finales del siglo XIX se dio a través de las Sociedades Filarmónicas, los coros, los conciertos públicos y la edición de partituras. Ya para el momento, existía SACEM como sociedad europea encargada de gestionar las regalías que producían la comunicación publica de las obras de compositores afiliados.

Si bien Edison había diseñado el fonógrafo como un dispositivo para la creación de audiolibros para ciegos, una forma de guardar voces de familiares difuntos, un dispositivo de dictado para empresas o como un reloj parlante para fabricas[2], su mayor éxito estuvo en la industria del entretenimiento como dispositivo para reproducir melodías musicales. A partir de ahí, se evolucionó el artefacto, cambiando las hojas de estaño por cera y luego por goma laca para hacerlas más duraderas y evitar el desgaste por la fricción de la aguja.

Alrededor de 20 años tardo la competencia en desarrollar avances en el fonógrafo. Como Emile Berliner, un inventor germano-estadounidense, quien entre 1895 y 1905 en Washington D.C., creo y desarrollo el gramófono. Sería Berliner el pionero de los discos, logrando cambiar el estilo clásico de cilindros de Edison a discos planos, buscando que estos fueran más resistentes, compactos y permitiendo producirlos en masa, elemento fundamental en la era industrial de los Estados Unidos. Tanto así que para 1893 ya se habían vendido mil gramófonos y 25 mil discos, potencializando el derecho de reproducción que no se conocía hasta esa época y la necesidad de desarrollar editoras fuertes que compensaran a los compositores por estas explotaciones.

En 1893, Berliner adquiriría la patente sobre sus discos de goma, y aunque la ley de Copyright de 1893 le daba a los compositores el derechos a cobrar por la comunicación publica de música, no había un mecanismo claro que recolectara las tarifas y regalías por aquellas explotaciones[3]. Consecuentemente, estos discos eran utilizados en su mayoría de forma privada y solo hasta 1914, como repuesta a la enmienda en la ley de Copyright de 1909, se desarrollaría la primera sociedad de gestión colectiva en Estados Unidos, ASCAP[4].


En 1899 Berliner organizó The United States Gramophone Company en Washington D.C., y al poco tiempo ya había tres compañías más ubicadas en Filadelfia, Nueva York y Washington D.C. Además, en Europa, ya se había establecido una compañía, más concretamente en Hannover, por donde se distribuían discos y gramófonos para todo el continente. Sin embargo, tras años de demandas y de persecuciones por parte de la competencia, Berliner decidió vender en los años 1900 los derechos sobre su patente a Eldridge R. Johnson, quien fundaría en 1901 la Victor Talking Machine Company siendo la disquera más conocida de la época a nivel mundial[5].
En este escenario, con varias empresas innovando en una industria naciente entra el siglo XX y sus nuevos avances tecnológicos. En el próximo artículo revisaremos lo que sucederá en las primeras tres décadas del siglo con la guerra de las velocidades, la incursión de los Long Play y el surgimiento de un nuevo participante, la radio.

A U T O R E S

Sebastián Montaño - Abogado socio

Sebastián Montaño

Abogado - Socio

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